lunes, 24 de octubre de 2011

El rincón del farero: mis fotos preferidas (I)

¿Y por que uno empieza hacer fotos?

Yo no sé el porqué ni tampoco el cuando, pero si sé que significa para mi fotografiar. Es una forma de expresarme, mejor que la palabra y a la par que con letras, una forma de expresar lo que siento, lo que ven mis ojos y procesa mi neurona, si mi única neurona, al fin y al cabo soy hombre jejejeje; también considero esencial la fotografía en mi vida porque me ha servido para vivir momentos inolvidables con mi familia y amigos, e incluso en soledad: salir una noche solo al campo donde estás solo tu y el infinito, donde las estrellas parecen inundar el cielo, los sonidos te envuelven y el olor a naturaleza te empapa…todo eso me lo proporciona una sencilla cámara de fotos.

Pero en este segundo post del rincon del farero, no quería contaros mi vida en capítulos porque es probable que acabarais con un chichón en la frente al golpearos en vuestro escritorio por la somnolencia que os provocaría. Queria y quiero que penseis en la fotografía que mas os ha hecho pensar, que mas os ha movido el estómago y conmovido y que la pongais por aquí en los comentarios y las voy subiendo editando el post. Seguro que a cada uno nos mueven las entrañas cosas distintas, pero estoy convencido de que saldrán fotos comunes a varios de nosotros.

Empezaré por la mía, se trata de una foto de hace unos años, en la guerra de Irak, el fotógrafo Jean Marc Bouju (2 veces premio Pulitzer y en 2003 mejor foto del año según World Press Photo) retrató un escena con una fuerza brutal: un preso Irakí consolando a su hijo tras una alambrada de espino. Os dejo su testimonio y me contais:

De marzo a mayo de 2003, yo estuve acompañando a la 3ra brigada de la 101 división aerotransportada, especializada en asaltos desde helicópteros. La foto fue tomada el 31 de marzo de 2003, cerca de Najaf, en Irak.

Cuando acampamos en el desierto, escuché que la brigada había recibido algunos prisioneros que iban a ser transportados vía aérea a otro campo para ser interrogados. Pregunté y fui conducido a donde los tenían detenidos. Eran alrededor de 30 prisioneros, más un pequeño niño, que atrajo mi mirada. La unidad que los transportaba no fue la misma que los había capturado, de modo que los soldados no sabían si los prisioneros eran combatientes o no. Ellos dijeron que el niño estaba con su padre cuando fueron capturados y no querían dejarlo solo en el desierto.

Los soldados condujeron a los prisioneros de un camión dentro de la jaula temporal de detención, que en realidad era un anillo de alambre de púas, alrededor de una parcela de arena, y siguiendo órdenes, les pusieron capuchas y esposas, incluyendo al padre del niño. El niño estaba aterrorizado y empezó a gritar.

Después de un tiempo, mientras el niño seguía llorando y aferrándose a su padre, uno de los soldados estadounidenses cortó las esposas plásticas del hombre, de manera que pudiera abrazar y calmar a su hijo. Pude escuchar al hombre, que estaba aterrorizado, murmurando a su hijo en árabe. Fue en ese momento cuando tomé la foto, trabajé muy de prisa, tomando sólo dos imágenes porque quería ser discreto.

2 comentarios:

Los niños no deberían ver la parte basura de este mundo.
Al menos hasta que lo dejaran de ser.

El problema de este mundo, es que dejamos de ser niños.

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